REVISTA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN EMOCIONAL Y BIENESTAR 2024

 VOL. 4 • NÚMERO 2 • JULIO-DICIEMBRE

ISSN ELECTRÓNICO: 2954-4599

PÁGINAS 91-114

 https://doi.org/10.48102/rieeb.2024.4.2.96

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

 

 

Ingreso: 18 de abril de 2024

Aceptación: 15 de agosto de 2024

 

 

Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos (CCEA): propiedades psicométricas en mexicanos

Emotional Competencies Questionnaire for Adults (CCEA): Psychometric Properties in Mexicans

 

María de las Mercedes Bulás Montoro

Universidad Iberoamericana Puebla, México

bulasmeche@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0002-9380-3093

 

Nora Hemi Campos Rivera

Facultad de Estudios Superiores Aragón,

Universidad Nacional Autónoma de México, México

 apionorahemi@gmail.com

https://orcid.org/0000-0001-9208-0631

 

Rafael Bisquerra Alzina

Universidad de Barcelona, España

rbisquerra@ub.edu

https://orcid.org/0000-0002-2264-0653

 

 

Cómo citar: Bulás, M., Campos, N., y Bisquerra, R. (2024). Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos (CCEA): propiedades psicométricas en mexicanos. Revista Internacional de Educación Emocional y Bienestar, 4(2), 91-114. https://doi.org/10.48102/ rieeb.2024.4.2.96

 

Resumen

 

La investigación tuvo como objetivo diseñar y validar el Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos (CCEA) mexicanos. El estudio instrumental se dividió en dos, el Análisis Factorial Exploratorio (AFE) con una muestra de 735 docentes. Se obtuvo un α= 0.913 y una varianza que explica 49.33% de la conducta en 33 reactivos y seis dimensiones: autonomía emocional (α= 0.89, V. E.= 31.93%), regulación positiva de las emociones (α= 0.85, V. E.= 6.04%), competencias para la vida y bienestar (α= 0.84, V. E.= 3.96%), competencias sociales (α=0.79, V. E.= 3.18%), sentido de pertenencia (α= 0.76, V.E.= 2.51%) y regulación negativa de las emociones (α= 0.66, V. E.= 1.62%). El segundo fue el Análisis Factorial Confirmatorio (AFC) con una muestra de 306 docentes. Se obtuvo un buen ajuste del modelo teniendo un CFI 0.892 y RMSEA 0.043. Los resultados mostraron las propiedades psicométricas.

 

Palabras clave: competencias emocionales, docentes, diseño, validez, instrumento

 

 

Abstract

 

The research aimed to design and validate the Emotional Competencies Questionnaire for Mexican Adults (ECQA). The instrumental study was divided into two parts: the Exploratory Factor Analysis (EFA) with a sample of 735 teachers. An α = 0.913 was obtained and a variance explaining 49.33% of behavior in 33 items and six dimensions: emotional autonomy (α = 0.89, E.V. = 31.93%), positive emotion regulation (α = 0.85, E.V. = 6.04%), life competencies and well-being (α = 0.84, E.V. = 3.96%), social competencies (α = 0.79, E.V. = 3.18%), sense of belonging (α = 0.76, E.V.= 2.51%), and negative emotion regulation (α = 0.66, E.V. = 1.62%). The second was the Confirmatory Factor Analysis (CFA) with a sample of 306 teachers. A good model fit was obtained with a CFI of 0.892 and RMSEA of 0.043. The results showed the psychometric properties.

 

Keywords: emotional competences, teachers, design, validity, instrument

 

 

Introducción

 

El presente estudio trata de la construcción y validación del Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos mexicanos. El escenario de la investigación fue en el ámbito educativo, no obstan- te, puede emplearse de forma generalizada. Esta investigación busca dar cuenta de que las responsabilidades del docente no sólo incluyen la transmisión de saberes o planeación, sino también la manera de relacionarse con todos los miembros de la comunidad educativa, al sistema al que pertenece y las consecuencias; por lo cual, sus competencias emocionales son tan necesarias como otras habilidades profesionales (Barraza, 2017). Lo mismo aplica a diversas áreas y profesiones, sobre todo para quienes interactúan con otras personas a fin de lograr sus objetivos profesionales y organizacionales.

 

Definición de emoción y competencias emocionales

 

Es importante comprender qué se entiende por emoción y cómo ha sido el proceso de conceptualización hasta la comprensión actual del mismo.

 

La primera teoría sobre la emoción se atribuye a James (1894), quién exploró las reacciones observables cuando se experimenta una emoción, y concluyó que ésta es generada por la reacción fisiológica a un suceso, es decir, el cuerpo responde a eventos que le afectan emocionalmente y desencadenan una reacción particular; es la forma en la cual se interpreta la reacción corporal (Mestre et al., 2004). A partir de esta primera concepción, diversas corrientes han teorizado al respecto, y a la fecha se identifican principalmente tres perspectivas para comprender la emoción, desde lo biológico, lo cognitivo y lo social. Entonces; a) la perspectiva biológica: se enfoca en los circuitos cerebrales, la actividad neuronal subcortical o límbica; b) la perspectiva cognitiva: propone que la valoración subjetiva (creencia) del evento desencadena la emoción; finalmente, c) la perspectiva sociocultural: la emoción toma lugar en un contexto cultural determinado y en un marco relacional (Oatley y Duncan, 1994).

 

Actualmente, se entiende la emoción como un proceso evolutivo episódico que permite al organismo emitir una respuesta a un estímulo del exterior, con el fin de adaptarse a su entorno; se rige por el principio de buscar aquello que es agradable y alejarse de lo que es desagradable (Mestre, Guil y Palmero, 2004). Reeve (2010) propone un modelo de emoción compuesto por cuatro dimensiones: sentimental, estimulación corporal, intencionalidad y social. Otra propuesta es la de Ekman (1994), quien identifica seis emociones básicas: gozo, asco, desprecio, enojo, miedo y tristeza.

 

Han surgido diversos constructos teóricos que explican aspectos como la dimensión afectiva, actitudes y habilidades afines. Algunos constructos son la inteligencia emocional (IE), la habilidad emocional, las competencias emocionales, entre otras. En la tabla 1 se describen algunos constructos.

 

Tabla 1. Algunos términos utilizados para estudiar la dimensión emocional del docente

 

Término

Autor(es) y año

Definición

 

Inteligencia Emocional (IE)

 

Mayer y Salovey (1997)

Implica la capacidad de percibir, evaluar y expresar con precisión la emoción; la capacidad de acceder o generar sentimientos que facilitan el pensamiento; de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y para regular las emociones y promover el crecimiento emocional e intelectual (Traducción propia, Mayer y Salovey, 1997, p. 10).

 

Habilidad emocional

 

Mayer y Salovey (1997)

Contini (2005) la señala como un subconjunto o herramientas de la inteligencia emocional (IE) que pueden ser clasificadas como parte del modelo de habilidades (Fragoso, 2015). Mayer y Salovey (1997) las categorizan en: 1) percepción y expresión de las emociones, 2) empleo de las emociones para facilitar

el pensamiento, 3) comprensión y análisis de las emociones y 4) manejo de las emociones (Traducción propia, Mayer y Salovey, 1997, p. 11).

 

Competencia socioemocional

 

Rendón (2015)

“Las actuaciones sociales y emocionales de los sujetos de forma ética en diferentes contextos y situaciones problemáticas. Incluye identificación, interpretación,

argumentación y resolución de problemas socioemocionales, integrando valores, conocimientos, habilidades sociales y emocionales que se movilizan en la actuación en la realidad” (Rendón, 2015, p. 240).

 

Educación emocional

 

Bisquerra (2016)

“Un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social” (Bisquerra, 2016, p. 2).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: adaptado de Mayer y Salovey, 1997, pp. 10-11; Bisquerra, 2016, p. 2 y Rendón, 2015, p. 240.

 

 

A continuación se explica el porqué de la elección de competencias emocionales, no sin antes hacer un recorrido de cada uno de los términos descritos en la tabla 1.

 

Se encuentran las definiciones de inteligencia emocional (IE) y de habilidad emocional que surgen a la par de los estudios de Mayer y Salovey (1997), quienes empalman ambas definiciones y las conciben como parte de un proceso recursivo interminable, en el que la IE es la capacidad en la que se encuentran inmersas las habilidades emocionales, pero sin que los autores ahondaran más sobre las diferencias entre ambos términos, situación que es reproducida por autores más actuales (Fragoso, 2015). Por otra parte, el término de competencia socioemocional se enfoca en relacionar la dimensión emocional del sujeto con su medio social e indica cómo se retroalimentan mutuamente. Bisquerra y Pérez (2007) señalan que este concepto ha sido fuente de discrepancia entre autores al existir posturas que conciben la competencia socioemocional igual que la competencia emocional, mientras que otros hacen la distinción entre un término y otro, además existe quien lo utiliza en plural o en singular.

 

No obstante, la principal diferencia que se encuentra entre ambas es que la competencia socioemocional abarca las diversas realidades en las que está inmerso el sujeto (trabajo, familia, escuela, etcétera) y las reacciones internas que se producen (principalmente emocional, pe- ro también a nivel cognitivo, etcétera) para después evidenciarlas en la acción, situación que complejiza el análisis exclusivo del ámbito emocional del docente en un contexto puramente educativo, siendo éste el motivo principal por el cual se descartó. Se optó por el constructo de competencia emocional porque está asociado al ámbito educativo, específicamente como objetivo principal de la educación emocional de acuerdo con Bisquerra (2000); a continuación se explica su significado y origen para hacer comprensible su uso.

 

El término competencia emocional fue acuñado por Saarni (1999a, p. 1, traducción propia), quien la define como “la demostración de autoeficacia en las transacciones sociales que provocan emociones”. Este modelo se conforma, a su vez, por tres modelos teóricos: el modelo relacional, el modelo funcionalista y el socioconstructivista; consta de ocho elementos: conciencia de su estado emocional, habilidad para discernir las emociones de los demás, capacidad para la participación empática, capacidad para darse cuenta del estado emocional interno, capacidad para hacer frente a situaciones mediante el uso de la autorregulación, la conciencia de la estructura o la naturaleza de las relaciones y capacidad de autoeficacia emocional (Saarni, 1999).

 

Bisquerra y Pérez (2007) proveen una actualización de la definición de competencia emocional de Saarni (1999a) para enfocarla desde el ámbito educativo. Sus trabajos diferencian entre términos como inteligencia emocional y competencia emocional, siendo esta última definida como “el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales” (Bisquerra y Pérez, 2007, p. 69). El modelo incluye cinco dimensiones (Bisquerra y Pérez, 2007, pp. 70-73) y cada una de ellas queda plasmada en la figura 1.

 

 

Figura 1. Representación gráfica de las cinco dimensiones de las competencias emocionales

 

 

 

 

Fuente: adaptado de Bisquerra y Pérez, 2007, p. 70.

 

En la tabla 2 se describe cada una de las dimensiones de las competencias emocionales y se destacan sus principales características.

 

Tabla 2. Distribución en bloques de las competencias emocionales

 

Bloque

Definición

Competencia emocional

 

Conciencia emocional

Capacidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las de los demás, incluyendo la habilidad

para captar el clima emocional de un contexto determinado.

1. Toma de conciencia de las propias emociones: capacidad de autoidentificar los sentimientos y las emociones, nombrarlos y reconocerlos.

2. Dar nombre a las emociones: uso eficaz del vocabulario para designar una emoción.

3. Comprensión de las emociones de los demás.

 

Regulación emocional

 

Capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar conciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento; tener buenas estrategias de afrontamiento; capacidad para autogenerarse emociones positivas, etcétera.

1. Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento: tener presente que las emociones repercuten en el comportamiento y ambas se valen de la cognición para regularse.

2. Expresión emocional: capacidad de autocomprender la emoción y buscar la mejor forma de expresarla, la importancia está en la conciencia de las repercusiones en la propia persona y en los demás.

3. Regulación emocional: medida en que se frena la impulsividad, la tolerancia a la frustración y la persistencia en el logro de los objetivos aun en la adversidad, diferenciando entre los beneficios a corto y largo plazo.

4. Habilidades de afrontamiento: autorregulación para mejorar la intensidad y la duración.

5. Competencia para autogenerar emociones positivas.

 

Bloque

Definición

Competencia emocional

 

Autonomía emocional

 

Conjunto de características y elementos relacionados con la autogestión personal como la autoestima, actitud positiva ante la vida, responsabilidad, capacidad para analizar críticamente las normas sociales, capacidad para buscar ayuda y recursos, así como la autoeficacia emocional.

1. Autoestima: sentirse cómodo y mantener una buena relación consigo mismo.

2. Automotivación: para implicarse emocionalmente en actividades cotidianas.

3. Actitud positiva: capacidad para autoconstruir el yo en relación con lo establecido en la sociedad.

4. Responsabilidad: tener el propósito de asumir comportamientos, decisiones y actitudes seguras, saludables y éticas.

5. Autoeficacia emocional: la persona se percibe capaz de sentirse como desea.

6. Resiliencia: afrontar las situaciones adversas de la vida diaria y fortalecerse de ellas.

 

Competencia social

 

Es la capacidad para mantener buenas relaciones con otras personas. Esto implica dominar las habilidades sociales, capacidad para la comunicación efectiva, respeto, actitudes prosociales, asertividad, etcétera.

1. Dominar las habilidades sociales básicas: como escuchar, saludar, despedirse, dar las gracias, etcétera.

2. Respeto por los demás: valorar y aceptar la individualidad y derechos de todas las personas.

3. Practicar la comunicación receptiva: tomar en cuenta lo que comunican los demás (de forma verbal y no verbal).

4. Practicar la comunicación expresiva: transmitir con claridad lo que se desea.

5. Compartir emociones: las relaciones personales se conforman por la inmediatez emocional, la reciprocidad o la simetría de una relación.

6. Comportamiento prosocial y cooperación.

7. Asertividad.

 

Competencias para la vida y el bienestar

“Capacidad para adoptar comportamientos apropiados y responsables para afrontar satisfactoriamente los desafíos

diarios de la vida, ya sean privados, profesionales o sociales, así como las situaciones excepcionales… permiten organizar nuestra vida de forma sana y equilibrada” (Bisquerra y Pérez, 2007, pp. 70-74).

1. Fijar objetivos adaptativos: realistas y favorables.

2. Toma de decisiones y ser responsable en cualquier situación de vida.

3. Buscar ayuda y recursos.

4. Ciudadanía activa, cívica, responsable, crítica y comprometida.

5. Bienestar subjetivo: concebir y gozar el bienestar individual y comunitario.

6. Fluir: la capacidad de crear situaciones favorables en lo individual y lo social.

Fuente: adaptado de Bisquerra y Pérez, 2007.

 

Las competencias emocionales han mostrado una gran influencia en estudios con docentes y estudiantes y han generado un impacto en su aprendizaje (Ariza, 2017), en las competencias laborales como comunicación, conocimiento de su área y autonomía (Ramírez et al., 2020), en el desempeño (Mariscal, 2019; Pincay-Aguilar, Candelario-Suarez y Castro-Guevara, 2018; Ramírez et al., 2020) y eficacia profesional (Suárez y Santana, 2019), lo cual, a su vez, previene un pobre manejo del estrés que pudiera llevar a otras condiciones de malestar (Pincay-Aguilar et al., 2018).

 

Instrumentos y escalas de las competencias emocionales en docentes

 

Existen diversos instrumentos que miden de cierta manera las competencias emocionales en personas adultas; algunos ejemplos son: Emotional and Social Parenting Competencies Scale (ECPES) de Martínez et al. (2021); Trait-Meta Mood Scale-24 versión española de Espinoza et al. (2015); Cuestionario de Desarrollo Emocional de Adultos (QDE-A) de Pérez et al. (2010); Inventario de Competencias Socioemocionales para Adultos (ICSE) de Mikulic et al. (2015); The Emotional Competence Inventory 2.0 (ECI) de Hay Group, Centro McClelland de Investigación e Innovación (2005).

 

En cuanto a los instrumentos que han surgido en contextos educa- tivos tenemos: la Escala de Importancia Formativa en Educación Emocional para Orientadores (EIFEM-O), de Cejudo (2017); Social and Emotional Competencies Questionnarie (SEC-Q) de Zych et al. (2017); el Cuestionario del Proyecto AIOSP (Cabrera, 2010) y, finalmente, las Escalas de Afecto Positivo y Negativo-versión para México (PANAS) de Robles y Páez (2003), que evalúa el afecto positivo y negativo, además de que fue adecuado a un contexto mexicano (estudiantes universitarios, familiares y amigos).

 

Existen instrumentos que miden las competencias emocionales (Espinoza et al., 2015; Martínez, Iglesias y Pérez, 2021); no obstante, son prácticamente inexistentes los diseñados para población mexicana (Cabrera, 2010; Robles y Páez, 2003).

 

El propósito principal del presente estudio fue el diseño y validación del Cuestionario de Competencias Emocionales para Adul- tos (CCEA) mexicanos, impulsado por la falta de instrumentos validados para esta población. Muñiz et al., (2013), al igual que Reyes y García (2008) mencionan, como parte de las directrices para el diseño o adaptación de instrumentos, que es necesario tomar en cuenta las características lingüísticas, psicológicas y culturales de los sujetos en estudio; dichos autores destacan la influencia de cualquier aspecto cultural para cometer errores o incurrir en sesgos para la evaluación de un constructo. Si bien las emociones desde una perspectiva global son definidas como estados o expresiones, rescatamos el lenguaje utilizado para dichas expresiones desde el contexto mexicano.

 

 

Método

 

El presente es un estudio de tipo instrumental (Ato, López y Benavente, 2013) porque se trata del diseño y validación de un instrumento; se divide en 1) resumen del estudio previo para obtener la validez de contenido reportado a detalle en Bulás (2021), y 2) estudio 1: Análisis Factorial Exploratorio (AFE) y 3) estudio 2: Análisis Factorial Confirmatorio (AFC).

 

Validez de contenido

 

Para obtener la validez de contenido de la versión inicial del instrumento, se realizaron entrevistas a maestros de escuelas con y sin abandono escolar (como parte de un estudio mayor) a nivel bachillerato, en las cuales participaron n=11 docentes (Medad=42.81, D. E.= 9.1 años). La finalidad de las entrevistas fue explorar las expresiones ver- bales de las competencias emocionales de las que disponen los(as) docentes. Se realizaron preguntas cómo: cuándo algo va mal en tu vida, ¿qué haces para mejorarla?, ¿cómo imaginas que tus compa- ñeros (as) o familia te perciben emocionalmente?, ¿cómo compartes tus emociones con otras personas? y ¿qué haces para buscar tu bien- estar? Como resultado, se encontró un número mayor de expresiones verbales de competencias emocionales en los maestros en la escuela sin deserción escolar, comparada con la escuela con deserción escolar. La alegría, acciones analíticas, optimismo, responsabilidad, res- peto, solidaridad, relaciones familiares cercanas y asertividad fueron las expresiones emocionales más recurrentes en la escuela sin deserción escolar, lo que supondría una propuesta de perfil emocional del profesor con competencias emocionales óptimas para un buen proceso de enseñanza-aprendizaje. Para revisar con mayor detalle los resultados se pueden ver Bulás (2021).

 

Un hallazgo del estudio exploratorio en maestros de escuelas sin deserción escolar a resaltar es que presentaron 20% más expresiones de conciencia emocional en relación con docentes de escuelas con deserción escolar. Una vez terminado el análisis, se inició con la construcción de reactivos utilizando el lenguaje de las respuestas obtenidas en el estudio exploratorio, donde podemos observar que el lenguaje no es diferente del de un contexto hispanohablante; los reactivos desarrollados se crearon a partir del lenguaje y expresiones utilizadas en las entrevistas. Finalmente, se procedió a realizar la validación por jueces, se contó con la participación de cinco jueces seleccionados por su experiencia en el diseño de instrumentos y competencias emocionales, se eliminaron algunos reactivos, se modifica- ron en la redacción, buscando concordancia entre los jueces.

 

 

Validez de constructo

Estudio 1. Análisis Factorial Exploratorio (AFE) Método

 

Participantes

 

Mediante un muestreo no probabilístico, se realizó la aplicación en n=735 docentes. El rango de edad de los participantes fue de los 26 a los 74 (Medad=41.5, D. E.= 12.3) años. Y 91% de los maestros radica en Puebla o en el interior del estado, 9% restante son de diversos esta- dos de la República mexicana, quienes contestaron el CCEA en línea, y se decidió incluirlos ya que cubrían los criterios de inclusión; 72% de los instrumentos fueron contestados a lápiz y papel y 28% en línea.

 

 

Instrumento

 

Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos (CCEA). La ver- sión preliminar del instrumento contó con 99 reactivos formulados como afirmaciones con respuestas tipo Likert, las cuales van de 0 (total desacuerdo) a 10 (total acuerdo), tal y como se muestra en la figura 2.

 

 

Figura 2. Ejemplo del formato de CCEA

 

 

Cuestionario de competencias emocionales para adultos (CCEA).

Datos sociodemográficos

 

Sexo:               Edad:               Estado civil:                      

Grado de estudios:                       Profesión:                        

Ocupación:                                                              

Nombre de la escuela, si impartes clases:                       

 

¿Has recibido formación en desarrollo emocional (curso, taller, etcétera) ?: Sí         No         Cuál:                             

¿Has estado el algún proceso psicológico?: Sí      No       Tiempo:           

 

Instrucciones: a continuación, se presenta una serie de frases. Seleccione de 0 a 10 su nivel de acuerdo con cada una de ellas,

siendo 0 totalmente en desacuerdo

y 10 totalmente de acuerdo.

Totalmente en desacuerdo

Totalmente de acuerdo

1

Percibo fácilmente en el cuerpo la reacción cuando me enojo.

0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

 

2

Soy consciente de mis emociones cuando estoy en mi lugar de trabajo o estudio.

3

Me considero compasivo con los demás.

4

Cuando recibo un elogio, me da vergüenza.

5

Me motiva iniciar nuevas atividades o proyectos.

6

Me siento contento cuando ayudo a alguien que lo necesita.

Fuente: elaboración propia.

 

Dichos reactivos fueron agrupados en cinco dimensiones, nombradas de acuerdo con el modelo de competencias emocionales de Bisquerra y Pérez (2007): conciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, competencias sociales y competencias para la vida y bienestar.

 

 

Procedimiento

 

Se llevó a cabo la aplicación del CCEA a docentes de escuelas públicas y privadas de la Ciudad de Puebla y zona conurbada, así también en línea a través de la plataforma de Google Forms: se solicitó el consentimiento de los potenciales participantes, se les informó respecto a la confidencialidad de su información, la cual sólo sería utilizada con fines de investigación, y se procedió a aplicar el instrumento; el tiempo promedio para responder fue de 15 minutos. La validación psico- métrica se llevó a cabo usando el programa estadístico SPSS, versión 21, siguiendo los criterios establecidos por Reyes y García (2008).

 

 

Resultados

 

Se utilizó la prueba de Kolmogorov-Smirnov para verificar la normalidad: se rechazó la Ho (p < 0.05) dado que los 99 reactivos tuvieron un valor p < 0.05; se concluye que la distribución no fue normal.

 

Posteriormente, se creó una variable nueva, la cual agrupó los conjuntos extremos (obtenidos mediante los cuartiles) y se buscó el poder de discriminación mediante la prueba t de Student, en la cual todos los reactivos obtuvieron una significancia bilateral menor a 0.05. Acto seguido, se obtuvo la consistencia interna mediante el Alpha de Cronbach, el cual arrojó un coeficiente aceptable (α=0.951). Se utilizó el coeficiente de asociación de Spearman y se decidió usar el análisis factorial por rotación ortogonal. El análisis factorial convergió en ocho iteraciones, y se eliminaron 66 reactivos, que fueron agrupados en 23 factores. Finalmente, fueron identificadas seis dimensiones con un total de 33 reactivos. Se obtuvo un puntaje KMO de 0.939 con p < 0.001. Por último, se realizó el análisis de confiabilidad mediante el Alfa de Cronbach para la totalidad de los reactivos (α=0.913) con una varianza explicada de 49.33%.

 

La primera dimensión identificada corresponde a la autonomía emocional (α= 0.89, V. E.= 31.93%), la segunda se denominó regulación positiva de las emociones (α= 0.85, V. E.= 6.04%), la tercera, competencias para la vida y el bienestar (α= 0.84, V. E.= 3.96%), la cuarta, competencias sociales (α= 0.79, V. E.= 3.18%), la quinta, sentimiento de pertenencia (α= 0.76, V.E.= 2.51%) y la sexta, regulación negativa de las emociones (α= 0.66, V.E.= 1.62%). En la tabla 3 se muestran los resulta- dos finales de la escala.

 

 

Tabla 3. Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos

 

 

 

 

Nota: a 1=Autonomía emocional, 2 = Regulación positiva de las emociones, 3 = Competencias para la vida y bienestar, 4 = Competencias sociales, 5 = Sentimiento de pertenencia y 6 = Regulación negativa de las emociones.b

Se utilizó el Método de extracción de mínimos cuadrados no ponderados mediante rotación varimax con Kaiser, la rotación ha convergido en ocho iteraciones.

 

 

 

Validez de criterio

 

Se realizó la validación de criterio externo concurrente al CCEA, contrastándolo directamente con otro instrumento que evalúa o tiene similitud de constructo (Clark-Carter, 2004); en este caso, la Escala de Afecto Positivo y Negativo (PANAS, por sus siglas en inglés). Debido a que el CCEA no cumplió con los supuestos de normalidad, se aplicó el coeficiente de asociación Spearman entre las dimensiones de los dos instrumentos. En cuanto a los resultados, éstos pueden observarse en la tabla 4.

 

 

Tabla 4. Matriz de correlaciones del CCEA y PANAS con Spearman

 

1

2

3

4

5

6

7

8

1. Competencias para la vida y el bienestar.

-

2. Regulación positiva de las emociones.

0.571**

-

3. Autonomía emocional.

0.584**

0.606**

-

4. Competencias sociales.

0.621**

0.528**

0.513**

-

5. Sentimiento de pertenencia.

0.582**

0.471**

0.601**

0.549**

-

6. Regulación negativa de las emociones.

0.115**

0.188**

0.132**

0.024

0.023

-

7. Afecto positivo.

0.355**

0.326**

0.450**

0.376**

0.372**

0.176**

-

8. Afecto negativo.

-.304**

-.353**

-.282**

-.183**

-.231**

-.319**

0.017

-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

**. La correlación es significativa al nivel 0.01 (bilateral).

*. La correlación es significante al nivel 0.05 (bilateral).

Fuente: elaboración propia.

 

 

Validez de constructo

Estudio 2. Análisis Factorial Confirmatorio Método

Participantes

 

 

Mediante una muestra no probabilística e intencional, se selecciona- ron n=306 docentes de Eduación Media Superior (141 hombres y 165 mujeres; rango de edad de 23 a 65 años, Medad= 42.24, D.E.= 8.8 años).

 

Instrumento

 

 

Fue aplicado el Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos (CCEA) que consta de 33 reactivos, el cual cuenta con una es- cala tipo Likert (1 totalmente en desacuerdo, 10 totalmente de acuerdo) con un α=0.913, para la evaluación de las siguientes dimensiones: 1) autonomía emocional (11, α= 0.89), 2) regulación positiva de las emociones (7, α= 0.85), 3) competencias para la vida y bienestar (5, α= 0.84), 4) competencias sociales (4, α= 0.79), 5) sentido de pertenencia (3, α=0.76) y 6) regulación negativa de las emociones (3, α= 0.66).

 

Procedimiento

 

 

El cuestionario fue administrado por medio de la plataforma Google Forms, y los participantes contaron con tres semanas aproximada- mente para acceder a la plataforma. El tiempo promedio de respuesta fue de 10 minutos. Los datos obtenidos fueron analizados con los programas Microsoft Excel y SPSS 21.

 

Resultados

 

Se utilizaron los métodos robustos de máxima verosimilitud del EQS (Bentler, 1995), debido a que el estimado de la Kurtosis multivariada normalizada fue de 160.27, lo cual indica distribución no normal. El ajuste del AFC se evaluó por medio de la X2 de Satorra-Bentler, el índice de ajuste comparativo robusto (RCFI), el residuo estandarizado de la raíz cuadrada promedio (SRMR), y la raíz cuadrada promedio del error de aproximación (RMSEA).

 

La X2 fue significativa (X2 Satorra-Bentler = 754.45, GL = 480 y p = 0.000). Dos de los métodos robustos mostraron buen ajuste. Específicamente, el SRMR estuvo debajo de 0.08 (0.074), el RMSEA debajo de 0.06 (0.043; IC de 90% entre 0.037 y 0.049) y el CFI robusto mostró ajuste marginal (0.892). Por lo tanto, el modelo de seis factores es plausible (tabla 5).

 

Se examinó el modelo de los resultados obtenidos mediante un Análisis Factorial Exploratorio, donde se obtuvo la varianza explicada y, posteriormente, de nuevo la confiabilidad. Se obtuvo un instrumento con un α=0.913 y una varianza que explica 49.33% de la conducta mediante 33 reactivos agrupados en seis dimensiones:

 

1) autonomía emocional (α= 0.89, V. E.= 31.93%), 2) regulación positiva de las emociones (α= 0.85, V. E.= 6.04%), 3) competencias para la vida y bienestar (α=0 .84, V. E.= 3.96%), 4) competencias sociales (α=0 .79, V. E.= 3.18%), 5) sentido de pertenencia (α= 0.76, V. E.= 2.51%) y 6) regulación negativa de las emociones (α= 0.66, V. E.= 1.62%). Como resultado, el modelo tuvo un buen ajuste CFI =0 .892, los resultados se describen en la tabla 5.

 

Tabla 5. Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos(as)

 

Estadísticos de bondad de ajuste del modelo estructural confirmatorio para el CCEA Modelo

 

X2a

 

glb

 

P

 

NFIc

 

CFId

 

RMSEAf

3071.598

528

0.01

0.754

0.892

0.043

 

Fuente: elaboración propia.

 

 

Discusión

 

El Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos (CCEA) cuenta con un Alpha de Cronbach de α= 0.91, y una varianza explicada de 49.33%; con respecto a la primera dimensión, se optó por nombrarla Autonomía Emocional, dado que evalúa la presencia de “comportamientos apropiados y responsables para afrontar satisfactoriamente los desafíos diarios de la vida, ya sean privados, profesionales o sociales” (Bisquerra y Pérez, 2007, p. 71). Esta dimensión significa ser responsable de los propios actos y de decidir y actuar por sí mismo; de igual forma, la capacidad de autogestión personal y en general, que es un aspecto importante para el bienestar subjetivo, quedó conformada por 11 reactivos. Dicha dimensión influye de manera óptima con la vinculación afectiva y el apego, de- pendiendo del proceso de vida que haya vivido la persona de su en- torno socioemocional y cultural, la autonomía deberá ser trabajada a nivel familiar y escolar, es decir, el rol de los padres y docentes es fundamental (Arancibia, 2022).

 

La siguiente dimensión está conformada por siete reactivos y corresponde a la Regulación Emocional descrita por Bisquerra y Pérez (2007) como el manejo y expresión emocional óptimos, mediante estrategias de afrontamiento sanas que impidan actuar de forma impulsiva. Sin embargo, el factor seis cumple con dichas características; por ende, el factor dos fue denominado Regulación positiva de las emociones y el factor seis como Regulación negativa. Como se puede observar, existe otra dimensión que evalúa la ausencia o ineficacia de las estrategias de regulación emocional. Se infiere que las competencias emocionales de los docentes se deben evaluar no sólo por la calidad de las estrategias de afrontamiento, sino también mediante el impacto de la ausencia de las mismas. Consecuentemente, se decidió hacer una modificación a la dimensión contemplada en el marco teórico y diferenciarla entre la Regulación positiva de las emociones y la Regulación negativa de las mismas. Para Gómez y Calleja (2016), la regulación emocional es un proceso en el cual los individuos toman de- cisiones sobre sus emociones con la finalidad de que les permitan alcanzar metas tanto personales como sociales. En el ámbito educativo Maamari y Majdalani (2018), encontraron que las competencias emocionales en maestros impactan o favorecen la relación con sus alumnos, e incluso se ha probado como predictor para la retención estudiantil (Sánchez-Hernández et al., 2017). En la medida en que los profesores reconozcan sus habilidades de adaptación, mejorarán su regulación y respuesta emocional (Choy, 2017).

 

En cuanto al tercer factor, quedó conformado por cinco reactivos que denotan una actitud positiva, así como la capacidad de gene- rar un estado emocional que brinde bienestar, ambas características responden a la dimensión de Competencias para la vida y el bienestar. Para Pérez-Escoda et al. (2023) existe una fuerte asociación entre dicha dimensión con respecto a la satisfacción con la vida en adultos.

 

El cuarto factor denominado Competencia social quedó conformado por cuatro reactivos; contiene afirmaciones enfocadas en la interacción con otras personas, como la empatía, la escucha y la solidaridad, la cual engloba “las capacidades para mantener buenas relaciones con otras personas” (Bisquerra y Pérez, 2007, p. 72). El quinto factor no corresponde al Modelo de Competencias Emocionales de Bisquerra y se desarrolló como un componente de las Competencias para la vida y el bienestar (Bisquerra y Pérez, 2007, pp. 73-74); toman- do en cuenta los reactivos, se denominó Sentimiento de pertenencia. Dicha desagregación puede ser resultado de la diferencia cultural entre España, lugar de origen del autor del modelo sobre el cual se diseñó la presente escala, y México, que se ha caracterizado por sus fuertes lazos sociales y el papel vital que la comunidad juega como elemento protector. Por ello contribuye a enriquecer el modelo de Bisquerra y Pérez (2007), ya que hace la propuesta de considerar la dimensión sobre el “sentimiento de pertenencia” para ser abordada en contextos similares al de México y se propone seguir explorando el modelo para ahondar en futuras investigaciones.

 

Entre las aportaciones de esta investigación, tenemos que no se encontró en los resultados solidez en la dimensión de conciencia emocional, es decir, la capacidad de reconocer, nombrar y comprender las emociones propias y ajenas de los docentes. No obstante, un hallazgo del estudio exploratorio en maestros de escuelas sin deserción escolar es que presentaron 20% más de expresiones de conciencia emocional en relación con profesores de escuelas con deserción escolar (Bulás, 2021). Por otro lado, el trabajo de Castilla y Rivera (2024) reporta que los docentes requieren mejorar en la atención emocional y la claridad emocional, ya que muy pocos lograron un equilibrio entre lo que sienten, expresan y comprenden. Por su parte, Cassinda-Vissupe et al. (2017) hallaron que la generalidad de los maestros desconoce de educación emocional; de hecho, la confunden con valores, entre otros. Finalmente, el estudio de García y Niño (2023) encontró que los futuros educadores presentan escasa habilidad para expresar sus sentimientos y emociones de manera adecuada.

 

Las competencias emocionales favorecen desde cualquier arista; por ejemplo, Martínez (2020) destaca que, al experimentar ansiedad, el docente tiene más dificultades para identificar y regular sus sentimientos, lo cual perjudica su labor en el salón de clases y su bienestar integral (Ramírez et al., 2020).

 

A pesar de que existen instrumentos como la Escala de Importancia Formativa en Educación Emocional para Orientadores (EIFEM-O) de Cejudo (2017) en población española, éste evalúa las competencias emocionales intra e interpersonales; finalmente, en nuestros resultados encontramos similitud en algunos reactivos, sin embargo, el lenguaje usado tiene reactivos con términos técnicos como asertividad, que es posible que en la población mexicana no sea utilizado de manera usual.

 

El CCEA también es idóneo para evaluar intervenciones pre-post, lo cual favorece la creación de más estudios, teniendo en cuenta que en países de Latinoamérica existe dificultad para medir la eficacia de los programas sobre las competencias emocionales. Esto puede permitir la continuación de un proceso de retroalimentación que abarque más contextos de medición (Rubiales et al., 2018).

 

El presente instrumento posee un modelo teórico de referencia y toma como base el marco de las competencias emocionales, pero

 

desde la perspectiva de Bisquerra y Pérez (2007), en comparación con una gran cantidad de instrumentos diseñados desde el modelo de Goleman (1996). También destaca al ser de las pocas publicaciones sobre evaluación emocional en América Latina, así como en España y en idioma español, en contraste con la cantidad de instrumentos en inglés divulgados sobre el tema y que proveen otros países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, principalmente y en ese orden.

 

El cuestionario fue desarrollado en población mexicana, por lo que se deja a consideración de los investigadores su uso para la población hispanohablante con la que se desea trabajar, tomando en cuenta las diferencias culturales de cada país, se requiere de un análisis ad hoc.

 

Para la validación del constructo sólo se tuvo un marco de comparación, la escala de afectos positivos y negativos PANAS. Se debe seguir aplicando con otras poblaciones y contextos. También es conveniente tener presente que existen otras propuestas de abordaje del constructo: Inteligencia Emocional (IE), Habilidades Sociales (HHSS) o Competencia Socioemocional (CSE), que en ocasiones se asumen como similares en países de habla hispana (Rubiales et al., 2018), todas contribuyen al estudio de la esfera emocional.

 

Como conclusión, se puede afirmar que el Cuestionario de Competencias Emocionales para Adultos (CCEA) mexicanos es un instrumento con las propiedades psicométricas necesarias, si bien se requiere seguir haciendo estudios y análisis para perfeccionarlo.

 

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